Soy Ana. Soy mujer. Soy esposa y madre. Amiga, hermana, tía, compañera, hija… Soy un poco de aquí y un poco de allá. De pequeña, creía que era “bruja”. Aún conservo la varita mágica que me agencié. Cuando fui creciendo, me di cuenta de que los milagros no existen, pero que me podía especializar en la “ciencia del alma”.
A veces los pacientes me piden milagros y les enseño mi varita. La psicoterapia es mucho más apasionante que un milagro. El camino lo construye uno mismo y esa experiencia es lo que cala para siempre. 
He estudiado muchísimo, he visto a centenares de pacientes, he realizado investigaciones y he contribuido con mi aportación a la ciencia. He construido mi propio camino personal, mi psicoterapia, y a la vez que me he ido formando, he ido viviendo mi vida, aceptando sus vaivenes, haciendo los cambios que he sentido, y saboreando el momento.
Y una vez hecho todo esto, de repente, he llegado a la conclusión de que para poder aplicar con gracia y efectividad la Psicología y poder ayudar y acompañar a las demás personas, hace falta más arte que ciencia. Así que ahora me vuelvo a considerar un poco “bruja”, “especialista en el arte del alma”, y a mi amada Psicología “una ciencia con arte”.
