Actualmente, vivimos situaciones de estrés que hemos integrado en nuestra vida como “normales”, pero que muchas veces nos están pasando factura.
Un clima de mucha presión en el trabajo, exigencia, inmediatez, responsabilidad y preocupación puede extenderse a otros ámbitos de la vida de la persona sin dejarle desconectar ni disfrutar.
La persona se va sintiendo cada vez más irritable, con insomnio, impaciente, triste, sin ganas de hacer nada fuera del trabajo, con cansancio y fatiga, inseguridad y falta de autoconfianza. Puede sufrir un trastorno de ansiedad o una depresión.
En el trabajo, puede encontrarse con agotamiento físico y mental, con falta de concentración, rindiendo por debajo de sus posibilidades, y con dificultades para tomar una decisión. Es lo que se llama el “Síndrome del Quemado” o estrés laboral.
Aunque la mejor terapia es tomarse unas vacaciones y desconectar completamente, no siempre es posible, y aunque se pueda, después hay que volver a retomar el trabajo.
Por ello, la terapia va encaminada a desarrollar estrategias de afrontamiento del estrés para que éste tenga menos impacto en la persona. Potenciaremos todos los recursos personales y diferentes formas de respuesta ante las situaciones, buscando un equilibrio en las reacciones emocionales de la persona. Trabajaremos relajación, gestión emocional, organización del tiempo, establecimiento de prioridades, y potenciaremos el ocio y el tiempo libre, dirigiendo a la persona hacia una mejor calidad de vida y una mayor satisfacción personal.