La Vía de la Escucha

Hace unas semanas estuve en el curso que ofrece Mario Vega, del Instituto Cora, titulado la Vía de la Escucha. Se trataba de la forma de estar con los demás para poder percibir su energía, su esencia. A pesar de que, en algún momento, absorbida por el hemisferio izquierdo y por un pensamiento científico, se despertaba mi escepticismo, finalmente llegué a sentir que es lo que hago en todo proceso de terapia, y a veces también en la vida, para poder llegar al otro y para darme permiso para que el otro llegue a mí. Es como un sexto sentido, en el que mi corazón está abierto para latir al mismo ritmo de la persona que tengo delante. Sin juicio ni prejuicio, todo, en ese momento, está bien. Está bien en el otro, en mí misma, en la sintonía mutua, en lo que es. Y entonces, comienza el baile.

Carlos Bernúes, uno de mis grandes maestros, decía que una «vieja sabia» le dijo una vez que «ver el alma en los demás» es algo que simplemente se tiene o no se tiene, y que luego uno tiene que decidir qué hacer con ello. Reconozco que hacer consciente este proceso, que sin darme claramente cuenta llevo haciendo durante años, al principio me asustó. Me llega información de la persona que ni siquiera me ha dicho, de su familia, orígenes, circunstancias relevantes, antecedentes…, como si sólo esa confluencia de factores, y sólo esa, pudiera presentar la existencia y la forma de estar de la persona que tengo delante. Ahora me parece maravilloso, y me llena de Amor. 

Creo que todo esto no tiene mucho que ver con tener capacidades especiales, ni con grandes conocimientos, ni siquiera con la deseada fantasía de «ser bruja». Esto sólo se relaciona con el sentido de presencia de forma amplia, con el ser y estar de forma plena. Con la única mirada de que lo que nos mueve en la vida…, al otro, al carpintero, al abogado, al médico, al adolescente, al pasivo, al prepotente, al sumiso, al calculador, al dependiente, al enfermo, al adicto, al solitario…, a mí misma….sólo es el Amor.