La Terapia
La Psicología Clínica tiene que abrirse cada vez más a todos los ámbitos, y estar ahí cerca para todas las personas que lo necesiten. Aunque existen muchos trastornos (ansiedad, depresión, personalidad…), creo que la Psicología tiene que ir más allá del diagnóstico y acoger de verdad a la persona y a sus necesidades esenciales.
La mayoría de las consultas y de las personas que acuden a terapia es por un malestar inespecífico, difícil de encuadrar, por lo que no podemos quedarnos solamente en la sintomatología. Las personas necesitan que se les mire de verdad, que se les acompañe en su camino. Los síntomas sólo son una expresión para sobrevivir en las circunstancias de cada uno, son una señal de alerta que indica que hay alguna disarmonía en el alma de la persona.
Todos tenemos una forma de relacionarnos con el mundo, con los otros, con el terapeuta, con nosotros mismos…y suele ser la misma forma que aprendimos en nuestro contexto familiar. Esa pauta hay que flexibilizarla, hacérsela ver a la persona, y darle más opciones de respuesta ante la vida.
La terapia es un acompañamiento, una guía, una experiencia para la persona que le puede ayudar a contactar consigo misma, a darse cuenta de lo que necesita, de lo que quiere de su vida, a tener un mayor equilibrio y una mayor sintonía con su ser. Los síntomas van desapareciendo cuando ya no se necesitan, cuando la forma de estar en la vida alcanza cierta plenitud.
La terapia es un faro que indica la luz a un barco en un mar revuelto.